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El arte censurado en la historia

La censura está presente en la historia del arte

La censura siempre ha estado presente en la Historia del Arte. Esa es la razón, la idea de anular al enemigo político, es la razón por la que aparecen en determinadas civilizaciones las llamadas las "Damnatio memoriae" que se dieron desde el Antiguo Egipto hasta en el mundo romano. 

La "Damnatio memoriae" es una práctica histórica que se utilizaba en algunas civilizaciones y culturas para condenar y borrar la memoria de una persona o entidad de la historia, de modo que su legado y recuerdo fueran eliminados o desacreditados de manera deliberada. Esta práctica se aplicaba a individuos que habían caído en desgracia, ya sea por razones políticas, éticas, religiosas o culturales, y se consideraba una forma de castigo o deshonra póstuma. 

Las características clave de la Damnatio Memoriae son las siguientes: 

  • La eliminación de registros: Una de las principales acciones en la Damnatio Memoriae era la eliminación de registros escritos, inscripciones, monumentos, retratos y cualquier otra forma de conmemoración que hiciera referencia a la persona o entidad condenada. Esto incluía la destrucción de estatuas, inscripciones en edificios y la supresión de documentos que mencionaran a la persona.
  • El borrado de nombres: En muchos casos, los nombres de los individuos condenados se borraban de documentos y monumentos existentes, de modo que no quedara rastro de su existencia. Esto implicaba borrarlos de la memoria colectiva. 
  • La reescritura de la historia: A menudo, se intentaba reescribir la historia para eliminar cualquier referencia al individuo condenado y, en su lugar, se promovía una narrativa que desacreditara su legado.
  • El peso de los motivos políticos y sociales: La Damnatio Memoriae se usaba típicamente en contextos políticos o sociales en los que una figura o entidad había perdido el favor de las autoridades o la sociedad en general. Podía ser una forma de castigo post mortem. Y así como las imágenes pueden modular la manera de pensar y son usadas para crear adictos, pronto surgió la contrapartida. Gobernantes y líderes religiosos se dieron cuenta de que no solamente tenían que propagar las ideas adecuadas, sino que también les convenía prohibir el arte que podía usarse para cuestionar su dominación o por lo menos para denunciar su prepotencia. Nació así la censura, la limitación de la libertad de expresión. 

Ejemplos históricos de Damnatio Memorae se ha observado en diversas culturas y períodos de la historia, incluyendo la antigua Roma, donde se aplicaba a emperadores o figuras políticas caídas en desgracia; y en Egipto, donde faraones podían sufrir esta condena. 

Ya en el Antiguo Egipto se practicaba la damnatio memoriae, el borrado de los cartuchos con el nombre de los faraones a los que se pretendía olvidar por alguna razón. En Egipto, arte y escritura iban indisolublemente unidos (se escribía con jeroglíficos, una combinación de imágenes) y el peor castigo era el olvido. Los egipcios creían que el olvido era la auténtica muerte, el peor de los infiernos. Borrar el nombre de alguien era pues el más terrible de los castigos, conseguir su radical desaparición. 

Una de las primeras "damnatio memoriae" aparece en una inscripción en el templo de Deir el Bahari, en Egispto, donde el nombre de la faraón, Hatchepsut, fue borrado como se aprecia en esta imagen. 

Un ejemplo famoso de Damnatio Memoriae en la historia romana fue la condena del emperador romano Domiciano (81-96 d.C.). Tras su asesinato, su nombre fue borrado de inscripciones y monumentos, y se intentó borrar su legado en la memoria colectiva. 

Aquí vemos la inscripción conmemorativa de la construcción de un puente en Coptos (Alto Egipto) en la que fueron borrados sucesivamente el nombre del entonces prefecto de Egipto y el del emperador Domiciano 

British Museum, foto: Osama Shukir Muhammed Amin / Ancient History Encyclopedia).

Mas cerca en el tiempo, uno de los momentos más conocidos de la censura aplicada al arte la encontramos en 1565 y en una obra sin parangón, El Juicio Final de Miguel Ángel. 

Aunque a los ojos contemporáneos esta obra no parece algo muy atrevido, el afamado fresco de Miguel Ángel para la Capilla Sixtina fue tachado de impío e inmoral por muchos defensores de la fe católica, incluyendo el Papa Pío V. En la escena figuran almas de humanos (desnudos) que se alzan o caen en dirección a sus destinos ultraterrenos. 

Entre tanta desnudez, algunos apenas podían concentrarse en el mensaje religioso. Sobre esta obra, el poeta Pietro Aretino escribió: "¿Es posible que vos, que, puesto que sois divino, no descendéis a preocuparos de los seres humanos, hayáis hecho esto en el mayor templo construido a Dios, sobre el más noble altar elevado a Cristo? (...) Cosas que en los burdeles harían cerrar los ojos para no contemplarlas…”. 

Un discípulo de Miguel Ángel, Daniel da Volterra, añadió posteriormente, por encargo de Pío V, telas para cubrir las partes desnudas de las figuras. Como se sabe, el Juicio Final fue censurado enseguida debido a las excesivas desnudeces consideradas obscenas e inadecuadas, hasta el punto de que el Concilio de Trento determinó su corrección. 

En 1564 se encargó a Daniele da Volterra, el «Braghettone», y, a su muerte, a Girolamo da Fano y por último a Carnevale el trabajo. Aquí se pueden ver los añadidos posteriores a la pintura de Miguel Ángel.

Las intervenciones censoras continuaron incluso en épocas sucesivas. Casi todas estas intervenciones, que son 42, han sido pintadas al temple, a excepción de dos: San Blas y Santa Catalina, que se rehicieron al fresco después de haber borrado a golpes de cincel el original. 

Algunos ejemplos de la aplicación de la censura en el arte, en este caso por el puritanismo imperante en la sociedad, lo tenemos con obras muy reconocibles y de grandes autores como la Olympia de Manet, El origen del mundo de Gustave Coubert o alguna escultura como la de la Bacante con un infante niño de Frederick MacMonnies. Vamos a verlas.

La Olympia de Manet fue una obra perturbadora desde que se presentó en 1863. Representa a una joven desnuda similar a los desnudos reclinados y odaliscas que Delacroix había realizado en el primer tercio de ese siglo y que se habían exhibido sin problema, como en siglos anteriores había sido con los trabajos de Tiziano y Giorgione, aunque a la pelirroja de Manet fue considerada "vulgar" debido a su mirada firme y a su realista representación. 

La mayoría de desnudos de aquellos años se presentaban de forma idealizada, aunque Manet decidió capturar la desnudez de forma real. Olympia se enfrenta al espectador y le clava su mirada sin vacilar, haciendo alarde de su forma en toda su gloria carnal y erótica. Fue permitida la exposición de la obra en el salón anual de París (sin censura), aunque fueron necesarios dos policías para que protegieran el lienzo de los airados espectadores que inundaron la muestra. 

Tan sólo un año después de Manet y su Olympia, el pintor realista Courbet dio un paso más en el tema de representaciones "no aptas para un público infantil" en El origen del mundo con su visión naturalista del origen del mundo; también conocido por ser un retrato detallado de una vulva. 

La obra, un encargo del diplomático y coleccionista turco Khalil-Bey, alcanzó un estatus casi mítico y se rumoreó que sólo se exponía al público desde detrás de una cortina. El cuadro se exhibe desde 1995 en el Museo d'Orsay de París, aunque sigue siendo demasiado escandaloso para Facebook. En 2011 fue sometida a la censura.

Esta estatua de bronce del dios romano del vino, Baco, sosteniendo a un niño no parece para nada algo a lo que poner dos rombos, pero la obra despertó indignación cuando un arquitecto intentó instalarla en el jardín de la Biblioteca Pública de Boston, en la plaza de Copley Square. 

La asociación de mujeres cristianas Women’s Christian Temperance Union tachó la obra de "indecente"; sus protestas consiguieron provocar el traslado de la pieza a Nueva York. Hoy en día, descansa en el Museo Metropolitano de Arte.    

Como ya hemos visto, en el siglo XIX y sobre todo a partir del siglo XX la censura ha sido especialmente cruel con la libertad de expresión y algunas de sus manifestaciones artísticas. 

Un claro ejemplo lo tenemos en lo que los nazis en la década de los años 30 calificó con el arte degenerado. Y es que la exposición "Arte degenerado", patrocinada en 1937 por Adolf Hitler, las tropas nazis se apropiaron de obras de arte moderno que fueron allí ridiculizadas, y luego desaparecieron. 

Entre las obras había pinturas y esculturas expresionistas, surrealistas, dadaístas, cubistas, de la nueva objetividad, del fauvismo. 

"Arte degenerado" fue una exhibición propagandística montada por los nazis para poner en la picota al arte moderno y reírse de él, colocando los trabajos de manera caótica, con etiquetas explicativas que ridiculizaban los trabajos, y con precios exorbitantes supuestamente pagados por las autoridades alemanas anteriores a 1933, mientras el pueblo alemán sufría las consecuencias de la crisis económica.

"Campo de batalla" (1913), de Emil Nolde, pintor perteneciente al Partido Nazi, que sin embargo, estaba en su lista negra.

Las obras de arte moderno fueron recolectadas en diversos lugares de Alemania. Se confiscaron 650 pinturas de arte moderno, gráficos y esculturas de 32 museos, entre ellas, obras de maestros como Vasili Kandinsky, Emil Nolde- curiosamente, un pintor que pertenecía al Partido Nazi- , Lyonel Feininger, Ernst Barlach y Ernst Ludwig Kirchner. 

En una segunda y aún más detallada operación de decomiso por parte de los nazis se confiscaron otras 20.000 obras de arte de cerca de 14.000 artistas, se almacenaron en un depósito de Berlín, se quemaron o se vendieron en el extranjero.

La exposición, que se pudo ver en doce ciudades de Alemania, fue un éxito de público, con más de dos millones de visitantes. Fue la exhibición de arte más exitosa hasta ese momento. Pero primero se exhibieron en Múnich, y para que no hubiera posibilidad de confusión, se las etiquetó con consignas y comentarios difamatorios: "Vemos aquí, rodeándonos, estos engendros de la locura, de la desfachatez, de la incapacidad y de la degeneración", dijo entonces el director de la muestra, Adolf Ziegler, pintor y presidente de la Reichskammer der Bildenden Künste, una institución del régimen nazi encargada de fomentar las artes plásticas. 

Pero no hay que mirar sólo los regímenes totalitarios. En los años sesenta vuelve a ver ejemplos concretos de censura en el mundo del arte. 

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