a. Dinámica de los bordes constructivos y neutros
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Formación de un domo térmico y actuación de fuerzas distensivas que producen una caída de bloques escalonados y generan un valle de rift. |
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Cartografía de la fracturación y ubicación del Gran Valle del Rift en el Este africano y de los volcanes activos. |
Los continentes pueden presentar largas estructuras lineales con grandes fracturas producidas por distensión. El continente africano es el ejemplo más claro, con sus sistemas de fracturas y fosas tectónicas asociadas (depresiones escalonadas) con extensos afloramientos de rocas volcánicas. Al separarse esas grietas se debilita y adelgaza la corteza, disminuyendo la presión de las rocas subyacentes y facilitando su fusión y salida en aparatos volcánicos.
En el manto superior, la descompresión de la rotura produce magma aumentando el volumen y generándose un domo térmico. Los efectos de dicho domo son la distensión, la fusión y la elevación. En consecuencia, la corteza se debilita, adelgaza y estira, se curva y se fractura, con posible emisión de lava. En superficie, caen bloques escalonados hacia el centro formando una fosa tectónica en la que se ubica un profundo y largo valle, el valle de rift.
La existencia de lugares como el Mar Rojo, con fuertes anomalías térmicas, ha hecho pensar que los sistemas de fractura continental como los del este africano puedan evolucionar continuando la distensión y separando dos porciones de litosfera continental, al tiempo que se crea una nueva corteza con estructura oceánica que normalmente sigue hundiéndose y queda cubierta por el agua del mar.
A este proceso se le ha llamado oceanización y en él, el rift continental se transforma en una dorsal oceánica. A ambos lados se produce una extensión de los fondos oceánicos, aumentando la superficie de la nueva corteza y el desplazamiento entre los continentes.
Objetivos
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Funcionamiento de una dorsal oceánica Animación de United States Geological Survey en Wikimedia commons. Dominio público |
En el centro de la dorsal se sitúa una estructura hundida (como una fosa tectónica) que se llama rift de la dorsal. Allí se forman diques de gabros y abunda el vulcanismo fisural, que desde el manto sublitosférico a través de fisuras, emite continuamente magma y gases en chimeneas o “fumarolas”. La lava al enfriarse con el agua a 4 ºC produce coladas basálticas en forma de bolas o cojines (lavas almohadilladas). A los lados del rift van apareciendo fallas normales escalonadas. Por eso las rocas son más jóvenes en el centro de la dorsal que en la periferia, lo que explica que el fondo del océano (y el océano en si) vaya creciendo y se expanda.
Para comprender el funcionamiento de las dorsales, observa la animación de la izquierda.
Los rifts son fosas tectónicas alargadas donde la corteza terrestre está sufriendo divergencia y distensiones, producto de la separación de placas tectónicas. Si el rift está activo, se producen sismos y volcanes y termina transformándose en una dorsal y la fosa tectónica en una cuenca oceánica.
Las dorsales se hallan entrecortadas transversalmente cada 50 a 100 km por la presencia de fallas transformantes, fracturas en las que se detecta una baja sismicidad y un desplazamiento lateral que permite diferencias de velocidades de extensión a ambos lados.
Algunas fallas transformantes de gran magnitud como la de San Andrés, la costa oeste de Canadá o la de Azores-Gibraltar, pueden jugar papeles importantes delimitando microplacas como la Adriática, Egea, Turca o Iraní, para el caso del Mediterráneo.
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Formación de las fallas transformantes en sentido perpendicular al eje de la dorsal. |
Fallas transformantes en la dorlas mesoatlántica |
Falla de San Andrés. Imagen de Johm Wiley en Wikimedia commons. Licencia cc |